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La parroquia de San Martín Obispo fue erigida en 1683 y su edificio o fábrica material comenzó a construirse en 1686. Posteriormente, en 1740 se comenzó la construcción de la hermosa Capilla del Sagrario donde se venera a la Virgen del Rosario, terminando en 1790; esta última, constituye el atractivo principal porque tiene una serie de elementos que llaman la atención.

En el interior de la Capilla del Sagrario o de la Virgen del Rosario se conserva un magnífico retablo en blanco, con estilo del barroco mexicano de finales del siglo XVIII. Ahí también encontramos esculturas con las imágenes de la Virgen de los Dolores ricamente ataviada, y de la Preciosa Sangre de Cristo. El altar mayor está hecho con maderas finas y sobre un pedestal la imagen de San Martín Obispo. La portada poniente de la capilla del Sagrario está ricamente ornamentada con argamasa, formando figuras simétricamente bien logradas; decoración que según los expertos recuerda el estilo palafoxiana. En la esquina nor-poniente de la capilla se localiza empotrado un elemento muy singular en la historia de la evangelización colonial. Un Dios prehispánico propio de la región fue colocado ahí como elemento de atracción para lograr la asistencia de los naturales al templo y poder así adoctrinarlos para cristianizarlos. El monolito puede ser observado sin mayor inconveniente pues su tamaño lo hace visible desde el atrio. Esta característica casi exclusiva en la región es un interesante atractivo para el turista que busca la unidad del arte arquitectónico con el religioso, sobre todo si éste demuestra el sincretismo cultural.

La estatua de latón del santo patrón, es de finales del siglo XVIII y se exhibe junto con otra reliquia importantísima que consiste en una astilla de hueso del mismo San Martín Obispo, traída de la Catedral de Tours, Francia.